Por: Misael Habana de los Santos

Pues ahora sí que estamos metidos en un verdadero mar de información, y podríamos empezar por cualquier lado para tratar de entender lo que está pasando en Acapulco, en México y en el mundo.

Primero, recordemos a quienes seguimos los discursos y la liturgia del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano que ha gobernado la Iglesia Católica. Va a quedar en la memoria, ¿no? El papa Francisco, el primer franciacano—creo que pudo haber sido jesuita—, aunque también se asumió como franciscano de corazón, moldeado profundamente por la teología de la liberación, aquella que surgió en los años setenta en Latinoamérica a partir de la Celan en Colombia. La opción preferencial por parte de la iglesia hacia los pobres.

Esa teología tuvo pensadores fundamentales en toda América Latina: Leonardo Boff y su hermano, igual que Hélder Câmara, en Brasil, el padre Gustavo Gutiérrez en Perú; Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca; el padre Arturo Lona Reyes, el obispo de Tehuantepec, y el obispo de los pobres, Samuel Ruiz, en Chiapas.

Méndez Arceo fue pieza clave en esa lucha por transformar, desde la Iglesia, la vida de los pobres, buscando no un cielo lejano, sino uno tangible aquí en la tierra, donde el pueblo tenga qué comer, tenga derechos, dignidad y respeto.

Pues a esta corriente perteneció el papa Francisco. Siempre del lado de los marginados, de los olvidados, de quienes luchan por su libertad: las comunidades LGBT, los pueblos negros, los pueblos indígenas de América Latina. Siempre con ellos, desde su fe y desde su voz.

Por eso lamentamos profundamente la partida de este gran pastor, este gran transformador de la Iglesia, que a veces hacía creer incluso a los que no creemos, con su ejemplo, con su lucha por hacer de este mundo un lugar más justo antes de pensar en el otro.

Hasta aquí nuestro sentido pésame a todos los creyentes, a quienes lo respetaron —y lo seguimos respetando—, y claro, también al pueblo argentino. Aunque ahora estén mal gobernados por ese tirano que se hace llamar Milei.

Pero bueno, vayamos también al otro gran tema del día: la declaración de la presidenta de la República.

Esta mañana, la presidenta Claudia Sheinbaum tocó temas cruciales. Entre ellos, la publicidad extranjera en nuestro país. Puso el dedo en la llaga. Además, adelantó que viene una reforma constitucional para prohibir que empresas extranjeras sirvan de punta de lanza en campañas antinacionalistas, como vimos en los partidos de fútbol del fin de semana.

Y yo quiero detenerme en otro mensaje que mandó la presidenta, uno dirigido directamente a nuestros gobernantes locales.

Acapulco, primero que nada, debe reconocer su vocación turística. Pero sobre todo, debe entender el llamado de unidad que exigió la presidenta. Unidad entre los gobiernos municipales y estatales, en este caso, el de Evelyn Salgado Pineda y el de Abelina López Rodríguez.

Este llamado cae como anillo al dedo para los diputados locales. Que escuchen. Que vean. ¿Cuál es el mensaje que viene del centro? Que dejen de comportarse como bandas que se disputan el poder y sus beneficios, como si fueran cárteles políticos.

Antes de andar promoviendo juicios políticos, escuchen bien a la presidenta. Piensen en el interés colectivo de los guerrerenses, no en los intereses mezquinos de sus pequeños grupos, ya bastante desprestigiados, y que cada día se hunden más en el descrédito.

Piénsenle bien, porque los estamos viendo. Y no solo nosotros, también la presidenta. Y más importante: quienes los eligieron. Nosotros, los ciudadanos, los estamos observando, evaluando su ética, su moral y su compromiso. Y en los próximos procesos electorales, les vamos a pasar la factura.

Así que, si no quieren terminar en el basurero de la historia política, actúen por el interés del pueblo.

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